Hace mucho que no
escribo y no es por falta de interés, sino porque Ágata acapara la
computadora. Esta noche tengo insomnio,
además, estaba esperando a que todos durmieran para poder redactar a gusto sin
que nadie me interrumpa con sus caricias
y apapachos.
Debo decir que estoy preocupada por el pobre perrito
chihuahua que fue atropellado y que ahora está convaleciente de una amputación
y una fractura. Me quita el sueño pensar
que mientras yo gozo del cariño y la
atención de mi familia, el
pobrecito chihuahua, que bien podría ser
mi novio, se encuentra en tan mal estado.
Yo quisiera entrar
en su corazón, en sus pensamientos y darle ánimos, decirle que quien lo abandonó a su suerte es una persona que no
vale, pero que él, como todos los
chihuahuas, es lindo, amable,
apreciable, adorable y que vale la pena
vivir.
Yo que soy tan
consentida y pequeña, sé el terror que se siente cuando se va a la calle. Imagino lo que sentirá el pobrecito can. Solamente quiero hacer patente que estoy en
desacuerdo con los seres inhumanos que adquieren perritos para después
deshacerse de ellos en una forma tan vil.
¡DEBEMOS HACER ALGO PARA DETENER LA VIOLENCIA CONTRA LOS
ANIMALES! ¡HAY QUE DETENER Y CASTIGAR A
ESAS BESTIAS!