MATILDE.
Ella es hija de mi tío, vive en Estados Unidos y es diferente a nosotras. Aquí sentimos que somos relajadas, alegres, desinhibidas.
Cuando vino mi tío, la trajo para que la familia la conociera y ella, creo, se sintió intimidada.
Greta de inmediato se quiso imponer, demostrar que es quien orienta a las demás. En fin, Matilde se pasaba el día sin mostrar alguna actividad, mi tía la vestía por la mañana y la llevaba con ella a todos lados, así que o pude conocerla bien.
Ahora lamento no haber insistido en que conviviéramos, que jugáramos e en el jardín, que fuésemos juntas a beber agua y a comer…
Yo pasaba el día junto a mi mamá o con Valentina, quería que se animara y se integrara en nuestros juegos, pero fue imposible.
Mi tío comentó que Matilde iba a la escuela y que había aprendido a hacer varias cosas: arrastrarse, acostarse, saludar, a callar cuando se le indicaba –yo nunca escuché su voz.
Sin embargo, la recuerdo con simpatía y ternura.