viernes, 9 de diciembre de 2011

GRRRRRRRR, SNIF, ¿QUÉ PUEDO HACER SI SIEMPRE TENGO HAMBRE?



   Soy Greta y me confieso: sólo me interesa comer.
   El sábado  fuimos al doctor, me auscultó  y dio un líquido para que eliminara de mi pancita todos los bichos que en él vivían.  Yo me sentí incómoda, pero lo acepté: no me gusta compartir mi espacio interior con otros.
   Después,  mis mamás nos dejaron a Valentina y a mí.  No comprendí la razón, pensé que tal vez me había portado mal y me llevaron ahí para olvidarme…
   El doctor, con sus manos hábiles y fuertes, al mismo tiempo que delicadas,  me  inyectó y pronto empecé a sentir un sopor, los párpados me pesaban demasiado y quedé dormida.  Cuando desperté, estaba tendida en una camita, me saludó y llevó a una jaulita.  Dijo:
--Greta, estás muy bien.   Eres fuerte en verdad, resististe la operación y ahora, solamente queda esperar a que vengan por ti.
      Yo me sentí aliviada, pero hambrienta, una sensación de vacío en mi estómago me hacía imaginar las delicias que acostumbro comer.  Estaba yo en eso cuando llevaron a Valentina, ella se veía muy mal, estaba semi-inconsciente,  se quejaba y me miraba con incredulidad.  Creo que a ella le hicieron más cosas.
   Luego de un rato escuché las voces familiares, me sentí feliz: ¡POR FIN PODRÍA COMER TOOOOODOOOOOOOO LO QUE SE ME ANTOJA! 
   Nos sacaron de aquel encierro, llegamos a la casa y, desde entonces, no hago  más que pedir comida.