Hoy por primera vez escuché mi voz, siempre
ladro y hago sonidos con mi garganta, pero nunca había articulado palabra
alguna. Esperé con emoción el momento de
escucharme, es que una nunca pone atención en esas cosas.
Estuve ensayando la lectura de mi texto, lo
practiqué varias veces, deben haber sido más de diez. Intenté la modulación y el tono, me gustó el
sonido que emití, pero no mi pronunciación.
Me di cuenta que omito fonemas al hablar, y pensé que lo bueno es que no
los excluyo al escribir. ¡Qué suerte!
Estoy segura que tengo una dificultad de
lenguaje, por eso de la omisión y que ya rebaso la edad de cinco años. Mi mami siempre me habla, así que tengo el
modelo de la forma de emisión de los fonemas; lo que sí es cierto es que nunca
he puesto atención en el punto y modo en que mi mami articula las palabras, es
que me habla tan dulcemente que yo cierro mis ojos por la emoción.
A mediodía, mis mamis fueron al mercado, les
encargué unas paletitas para hacer ejercicio con ellas, subo la lengua, la
bajo, me doy masaje con el dulce y, además, me delito. A mí me gustan las paletas de cereza, esas
son las mejores. Bueno, también me
gustan las de cajeta.
También intentaré eso de inflar mis
cachetes, tomaré aire y lo retendré, morderé mis labios y limpiaré mis bigotes.
Sin embargo, seguiré hablando, quién sabe,
tal vez pueda corregir mi pronunciación.
Por lo pronto, ladraré mucho a fin de ejercitar más mis cuerdas vocales,
¡GUAU, GUAU, GRRR!
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