lunes, 25 de marzo de 2013

¡GUAU! ¡QUÉ LINDA VOZ, PERO TENGO PROBLEMAS DE ARTICULACIÓN!




   Hoy por primera vez escuché mi voz, siempre ladro y hago sonidos con mi garganta, pero nunca había articulado palabra alguna.  Esperé con emoción el momento de escucharme, es que una nunca pone atención en esas cosas.
   Estuve ensayando la lectura de mi texto, lo practiqué varias veces, deben haber sido más de diez.  Intenté la modulación y el tono, me gustó el sonido que emití, pero no mi pronunciación.  Me di cuenta que omito fonemas al hablar, y pensé que lo bueno es que no los excluyo al escribir.  ¡Qué suerte! 
   Estoy segura que tengo una dificultad de lenguaje, por eso de la omisión y que ya rebaso la edad de cinco años.  Mi mami siempre me habla, así que tengo el modelo de la forma de emisión de los fonemas; lo que sí es cierto es que nunca he puesto atención en el punto y modo en que mi mami articula las palabras, es que me habla tan dulcemente que yo cierro mis ojos por la emoción. 
   A mediodía, mis mamis fueron al mercado, les encargué unas paletitas para hacer ejercicio con ellas, subo la lengua, la bajo, me doy masaje con el dulce y, además, me delito.  A mí me gustan las paletas de cereza, esas son las mejores.  Bueno, también me gustan las de cajeta.
   También intentaré eso de inflar mis cachetes, tomaré aire y lo retendré, morderé mis labios y limpiaré mis bigotes.
   Sin embargo, seguiré hablando, quién sabe, tal vez pueda corregir mi pronunciación.  Por lo pronto, ladraré mucho a fin de ejercitar más mis cuerdas vocales, ¡GUAU, GUAU, GRRR!

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domingo, 24 de marzo de 2013

¡PRIMER DÍA DE VACACIONES, TODO DESIERTO EN LA CIUDAD, PERO HAY INVASIÓN DE CACHORROS! ¡GUAU!

Soy pequeña, graciosa, delicada y muy consentida, estos rasgos de mi personalidad son incompatibles con los de los cachorros que vienen a la casa muchos sábados.  Yo sufro mucho porque imagínense, los viernes siempre hay mucho ruido por la música estruendosa y las carcajadas de las personas que hacen fiestas en la calle donde vivo, también se escuchan a lo lejos los sonidos de los automóviles corriendo a gran velocidad y, consecuencia lógica, después se oyen sirenas, que pueden ser de patrullas o de ambulancias…  Mis fines de semana se muestran siempre de la misma manera: me provocan desvelos, insomnio, mal humor, hambre, ojos llorosos, párpados pesados, aletargamiento y, somnolencia al día siguiente.
   Este sábado, cuando me disponía a salir a tomar el sol en mi patio, sonó el timbre del teléfono.  Rogué para que no fuera a ser algún problema, esperaba que no hubiera nadie al otro lado del auricular, pero no fue así.  Un aviso: llegarían los dos cachorros a la casa, se quedarían dormir con nosotras. 
   Cuando escuché esto, corrí y me escondí debajo de la cama, ahí hice ejercicios de respiración para relajarme y asimilar la noticia.  Es que ese par de pilluelos son encimosos, como si yo fuera un animal extraño, como si nunca en su vida hubieran tenido contacto con otros perros; y yo ya estoy viejita, tengo más de diez años y mi cabeza está cubierta de canas… ya no tengo la paciencia de antes.
   Pues bien, los dos llegaron a la casa, estuvieron jugando con  mis mamis, después se fueron en el coche y ahí aproveché para salir a caminar un rato por el patio.  Después, cuando regresaron, corrí a mi escondite, escuché sus vocecillas dulces que me hablaban:
--Valen, ven.  Mira, toma—decían los dos pequeños.
   Yo seguí atenta, parando mis orejas y reprimiendo el deseo de bajar y ver qué me habían traído de la calle.  “Serán algunos dulces?  Me habrán traído una bebida refrescante?  Me ofrecerán unas ricas botanitas?”, me preguntaba una otra vez,  mientras la ansiedad por saber qué era lo que me invitaban me agobiaba.  Así estuve un buen rato, hasta que el cansancio y la inmovilidad me hicieron dormir.
    Ahora ya es tarde, de hecho, ya es domingo y voy saliendo de mi escondite, con el estómago vacío pero ya no hay ruidos.  Creo que ahora sí  estaré tranquila y comeré lo que me hayan traído.  Después, iré a dormir a los pies de uno de ellos, al que conozco de más tiempo y que ahora está dormido.   


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sábado, 9 de marzo de 2013

GUAU, GUAU! ¡CUÁNTAS HISTORIAS QUÉ CONTAR!




   Como siempre, estoy aquí en la casa, querida y consentida por mi familia y me he enterado de que hay muchos perritos y gatitos que sufren en las calles... ¡y en las casas!
   Ayer por la noche, mis mamis estaban sentadas frente a la computadora, ambas veían fotos de los perros snauser, porque a una de ellas le darán una perrita de dos años. 
   Yo me entristecí porque, pensé, iba a tener que compartir el cariño de mi familia, que ahora es solamente de Ágata y mío.  En fin, pensé, pero mi mamá, la que no recibirá a la perrita, dijo que no quería más compañía.  “¡Guau!  ¡Qué detalle!”, pensé.  Después, revisaron sitios de albergues caninos, y hay historias verdaderamente dolorosas. 
   ¿Cómo es posible que haya tanta maldad?  Vi la historia de una perrita, que recién había dado a luz a unos cachorritos, le fueron quitados y puestos a “dormir”.  La pobrecita tenía una expresión de profundo dolor, su mirada  era como un grito de auxilio, de pánico, de tristeza indescriptible…  Yo me pregunto: ¿Por qué ocurren estas cosas en el mundo?  ¡LOS SERES VIVOS TENEMOS EL DERECHO DE VIVIR EN TRANQUILIDAD Y ARMONÍA CON TODO LO QUE HAY A NUESTRO ALREDEDOR!

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